ERA la noche previa a su muerte. Jesús había dedicado mucho tiempo a animar a sus apóstoles con palabras que le brotaban del corazón. Aunque ya debía de ser más de la medianoche, el amor por sus amigos íntimos lo impulsó a continuar hablándoles, y en cierto momento de la conversación les recordó que para seguir siendo sus discípulos tenían que cumplir un requisito más. “Mi Padre es glorificado en esto —les dijo—, que ustedes sigan llevando mucho fruto y demuestren ser mis discípulos.” (Juan 15:8.) ¿Satisfacemos nosotros este requisito del discipulado? ¿Qué significa ‘llevar mucho fruto’? Para averiguarlo, sigamos analizando el diálogo que tuvo lugar aquella noche.
La exhortación a llevar fruto forma parte de esta ilustración que Jesús expuso a sus apóstoles: “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el cultivador. Todo sarmiento en mí que no lleva fruto, él lo quita, y todo el que lleva fruto él lo limpia, para que lleve más fruto. Ustedes ya están limpios a causa de la palabra que les he hablado. Permanezcan en unión conmigo, y yo en unión con ustedes. Así como el sarmiento no puede llevar fruto por sí mismo a menos que permanezca en la vid, así mismo tampoco pueden ustedes, a menos que permanezcan en unión conmigo. Yo soy la vid, ustedes son los sarmientos. Mi Padre es glorificado en esto, que ustedes sigan llevando mucho fruto y demuestren ser mis discípulos. Así como me ha amado el Padre y yo los he amado a ustedes, permanezcan en mi amor. Si observan mis mandamientos, permanecerán en mi amor” (Juan 15:1-10).
En esta ilustración, el Cultivador es Jehová, la vid es Jesús, y los sarmientos son los apóstoles que lo escuchaban. Mientras estos se esforzaran por “permanecer en unión” con Jesús, llevarían fruto. A continuación, su Maestro les explicó cómo conseguirían mantener esta unidad tan primordial: “Si observan mis mandamientos, permanecerán en mi amor”. Posteriormente, el apóstol Juan escribiría algo similar a otros cristianos: “El que observa sus mandamientos [los de Cristo] permanece en unión con él” (1 Juan 2:24; 3:24). De modo que los discípulos de Cristo permanecen en unión con él observando sus mandamientos, y tal unidad, a su vez, les permite llevar fruto. ¿Qué caracteriza al fruto que hemos de producir?
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