Con su instrucción, Jesús también ofrecía consejos sensatos para el diario vivir, dando así prueba de ser el “Maravilloso Consejero” predicho en las Escrituras (Isaías 9:6). Tales consejos eran, sin duda, auténticas maravillas. Conocía a fondo la Palabra y la voluntad de Dios, así como la naturaleza de la humanidad, por la que sentía gran cariño. Por ello, sus recomendaciones siempre eran prácticas y sumamente beneficiosas para los oyentes. Quienes siguieran sus palabras, sus “dichos de vida eterna”, alcanzarían la salvación (Juan 6:68).
El Sermón del Monte es un ejemplo destacado de la sabiduría inigualable de las enseñanzas de Jesús. De acuerdo con lo que leemos en Mateo 5:3–7:27, el discurso no debió de durar más de veinte minutos. No obstante, sus consejos son imperecederos, tan pertinentes hoy como en su día. Cristo abarcó una amplia gama de asuntos, entre ellos cómo mejorar las relaciones personales (5:23-26, 38-42; 7:1-5, 12), cómo mantener la pureza moral (5:27-32) y cómo llevar una vida con sentido (6:19-24; 7:24-27). Pero no solo indicó la senda de la sabiduría, sino que la ilustró con explicaciones, razonamientos y pruebas.
Tomemos como muestra el sensato consejo de Jesús sobre cómo afrontar la inquietud por los bienes materiales, según se refiere en el capítulo 6 de Mateo. “Dejen de inquietarse respecto a su alma en cuanto a qué comerán o qué beberán, o respecto a su cuerpo en cuanto a qué se pondrán”, nos recomienda (versículo 25). El alimento y la ropa son necesidades básicas, y es muy lógico preocuparse por obtenerlas. Entonces, ¿por qué indicó que ‘dejáramos de inquietarnos’ por ellas?
Examinemos la convincente argumentación de Jesús. Ya que Jehová nos dio la vida y el cuerpo, ¿no será capaz de proporcionarnos comida para sostener esa vida, y ropa para cubrir ese cuerpo? (Versículo 25.) Si él provee a las aves de alimento y viste de hermosura las flores, ¡cuánto más se ocupará de sus adoradores! (Versículos 26, 28-30.) En realidad, la inquietud indebida no tiene sentido, pues no logra alargarnos la existencia ni siquiera un poco (versículo 27). ¿Cómo evitamos la ansiedad? Cristo nos exhorta a poner siempre en primer lugar la adoración a Dios. Quienes así lo hagan pueden tener la certeza de que las cosas que necesitan “les serán añadidas” a diario por su Padre celestial (versículo 33). Por último, Jesús ofrece una recomendación sumamente práctica: vivir día a día. ¿Por qué sumar las inquietudes de mañana a las de hoy? (Versículo 34.) Además, ¿por qué dejar que nos abrume lo que tal vez nunca suceda? Este acertado consejo nos ahorrará muchos sufrimientos en el agobiante mundo en que vivimos.
Indiscutiblemente, los consejos de Jesús son tan prácticos hoy como cuando los dio, hace casi dos milenios. ¿No demuestra este hecho que encierran la sabiduría de arriba? Hasta las mejores recomendaciones de los asesores humanos se vuelven anticuadas y enseguida hay que revisarlas o sustituirlas. En cambio, las enseñanzas de Cristo han superado la prueba del tiempo. Y no debería sorprendernos, dado que el Maravilloso Consejero pronunció “los dichos de Dios” (Juan 3:34).
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