martes, 23 de febrero de 2016

¿EXÍGE DIOS QUE AYUNEMOS?


LA LEY que Dios dio mediante Moisés prescribía solamente un ayuno: el del Día de Expiación anual. Ese día, según la Ley, todos los israelitas estaban obligados a “afligir sus almas”, lo que se cree que equivalía a ayunar. (Levítico 16:29-31; 23:27; Salmo 35:13.) Sin embargo, no se trataba de una simple formalidad. La observancia del Día de Expiación hacía que los israelitas tomaran mayor conciencia de su estado pecaminoso y su necesidad de redención. Además, ayunaban ese día como expresión de dolor por sus pecados y de arrepentimiento ante Dios.

Si bien este era el único ayuno obligatorio bajo la Ley de Moises, los israelitas observaban otros más. (Éxodo 34:28; 1 Samuel 7:6; 2 Crónicas 20:3; Esdras 8:21; Ester 4:3, 16.) Entre estos figuraban ayunos voluntarios en señal de arrepentimiento. Jehová instó al pueblo descarriado de Judá: “Vuelvan a mí con todo su corazón, y con ayuno y con lloro y con plañido”. Mas no habrían de hacerlo con el fin de impresionar, pues Dios pasó a decir: “Rasguen su corazón, y no sus prendas de vestir”. (Joel 2:12-15.)

Con el tiempo, muchos israelitas ayunaban por pura apariencia. Jehová detestaba su ayuno insincero, y por esta razón preguntó a los israelitas hipócritas: “¿Debe el ayuno que yo escoja llegar a ser como este, como día en que el hombre terrestre se aflija el alma? ¿Para inclinar su cabeza justamente como un junco, y para que extienda mera tela de saco y cenizas como su lecho? ¿Es esto lo que tú llamas un ayuno y un día acepto a Jehová?”. (Isaías 58:5.) Se mandó a estos rebeldes que, en vez de hacer ostentación de su ayuno, produjeran obras dignas de arrepentimiento.

Algunos de los ayunos establecidos por los judíos recibieron la desaprobación divina desde el mismo principio. Por ejemplo, hubo un tiempo en que el pueblo de Judá ayunaba cuatro veces al año para conmemorar las calamidades relacionadas con el sitio y la desolación de Jerusalén en el siglo VII a.d.C. (2 Reyes 25:1-4, 8, 9, 22-26; Zacarías 8:19.) Después de que los judíos fueron liberados de la cautividad en Babilonia, Jehová dijo mediante el profeta Zacarías: “Cuando ustedes ayunaron, y esto por setenta años, ¿ayunaron realmente para mí, hasta para mí?”. Dios desaprobaba estos ayunos porque con ellos los judíos lamentaban los castigos que él mismo les había impuesto. Ayunaban debido a la calamidad que les había acaecido, no por los malos actos que la causaron. Una vez devueltos a su patria, era el momento de regocijarse en vez de lamentarse del pasado. (Zacarías 7:5.)

¿Está bien que los cristianos ayunen?

Aunque Jesucristo nunca impuso la práctica del ayuno a sus discípulos, él y sus seguidores ayunaban el Día de Expiación porque estaban bajo la Ley dada a Moises Además, como él no condenó la costumbre de ayunar, algunos de sus discípulos observaron ayunos voluntarios en diversas ocasiones. (Hechos 13:2, 3; 14:23.) Sin embargo, jamás habrían de ‘desfigurarse el rostro para que a los hombres les pareciera que ayunaban’. (Mateo 6:16.) Semejante despliegue de piedad podría granjearles la admiración de los hombres y sus gestos de aprobación; pero tal presunción no es grata a Dios. (Mateo 6:17, 18.)

Jesús también mencionó que sus seguidores ayunarían cuando él muriera. Con ello no estaba instituyendo un ayuno ritual, sino, más bien, indicando cuál sería su reacción ante el profundo dolor que sentirían. Cuando resucitara, volvería a estar con ellos y ya no tendrían motivo para ayunar. (Lucas 5:34, 35.)

La Ley dadaa Moises caducó cuando “Cristo fue ofrecido una vez para siempre para cargar con los pecados de muchos”. (Hebreos 9:24-28.) Con la abolición de la Ley, terminó también el mandato de ayunar el Día de Expiación. Así se eliminó el único ayuno obligatorio a que hace referencia la Biblia.

¿Y la cuaresma?

¿En qué se basa, entonces, la práctica de ayunar durante la cuaresma? Tanto las iglesias católicas como las protestantes observan la cuaresma, si bien cada una a su manera. Algunas personas toman una única comida al día durante los cuarenta días anteriores a la Pascua de Resurrección; otras observan riguroso ayuno solamente el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo; y hay quienes consideran un requisito abstenerse de comer carne, pescado, huevos y productos lácteos.

Se cree que la cuaresma tiene su fundamento en los cuarenta días que Jesús ayunó después de su bautismo. ¿Instauró él en ese momento un rito de observación anual? En absoluto, como lo evidencia el hecho de que la Biblia no da testimonio de dicha práctica entre los primeros cristianos. La cuaresma se introdujo por primera vez en el siglo IV después de Cristo, y como muchas otras enseñanzas de la cristiandad, se tomó prestada de fuentes paganas.

Si la cuaresma quiere imitar el ayuno de Jesús en el desierto después de su bautismo, ¿por qué se celebra en las semanas previas a la Pascua, que es supuestamente el tiempo de su resurrección? Jesús no ayunó los días que antecedieron a su muerte. Los Evangelios muestran que él y sus discípulos visitaron varios hogares de Betania y comieron allí pocos días antes de que él muriera. Y él comió la cena pascual la noche anterior a su muerte. (Mateo 26:6, 7; Lucas 22:15; Juan 12:2.)

Cuando el ayuno puede ser provechoso

Analicemos algunas ocasiones en las que el adorador de Dios puede ayunar hoy día. Una persona que ha cometido un pecado quizás no quiera comer por algún tiempo. No lo hace para impresionar ni porque esté encolerizada debido a la disciplina que ha recibido; y, naturalmente, el ayuno de por sí no enmienda los asuntos con Dios. No obstante, quien de verdad está arrepentido siente un profundo dolor por haber herido a Jehová y, probablemente, a sus amigos y familiares. La angustia y la oración fervorosa para obtener el perdón pueden quitarle el apetito.

David, el rey de Israel, pasó por una experiencia semejante. Ante la perspectiva de perder el hijo que le había dado Bat-seba, se concentró únicamente en rogar a Jehová que le mostrara clemencia al niño. Durante el tiempo en que todas sus emociones y fuerzas estuvieron entregadas a la oración, David ayunó. Del mismo modo, puede que resulte poco apropiado tomar alimento cuando nos hallamos en ciertas situaciones de mucha tensión. (2 Samuel 12:15-17.)

La Biblia contiene ejemplos de siervos de Dios que ayunaron cuando tuvieron que tomar decisiones importantes. En tiempos de Nehemías, los judíos se vieron precisados a hacer un juramento a Jehová, el rompimiento del cual les acarrearía una maldición. Debían prometer que despedirían a sus esposas extranjeras y se mantendrían separados de las naciones vecinas. Antes de jurar, y durante la confesión de su culpa, toda la congregación ayunó. (Nehemías 9:1, 38; 10:29, 30.) Por consiguiente, el cristiano que deba tomar decisiones serias puede privarse de alimento por un corto período de tiempo.

Los pastores de la congregación cristiana primitiva en ocasiones ayunaban cuando tenían que tomar decisiones. Hoy día, puede que los pastores de congregación a quienes corresponda tomar determinaciones difíciles, como, por ejemplo, en casos judiciales, se abstengan de alimento mientras estudian el asunto.

Ayunar o no en determinadas circunstancias es una decisión personal. Nadie debe juzgar a otro al respecto. No queremos ‘parecer justos a los hombres’, ni tampoco conceder tal importancia al alimento que interfiera en el cumplimiento de los deberes importantes. (Mateo 23:28; Lucas 12:22, 23.) Y, como muestra la Biblia, Dios ni exige que ayunemos ni nos prohíbe que lo hagamos.



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