Jesús dijo que muchos se odiarían y que el amor de la mayoría se enfriaría (Mat. 24:10, 12). Estaba profetizando que las personas que vivieran en los años previos a la destrucción de Jerusalén no tendrían amor. Sin embargo, los discípulos de Cristo serían diferentes. Se les identificaría por el amor que demostrarían (Juan 13:35). Las palabras de Pablo a los cristianos hebreos en Jerusalén debieron de ser muy motivadoras porque él no solo reconocía que estaban mostrando amor hacia sus hermanos, sino que también los animaba a continuar haciéndolo.
Nos acercamos a la destrucción de todo el mundo de Satanás. Al igual que nuestros hermanos de la antiguedad, vivimos entre personas que aman el dinero, los placeres y a sí mismos, pero su amor por Dios y por el prójimo es casi inexistente (2 Tim. 3:1-4). Aun así, el amor fraternal debe crecer entre los cristianos por toda la Tierra. Que siempre alabemos a Nuestro Creador, la personificación del amor, haciendo que nuestro amor por los hermanos siga vivo.
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